Hugo Zemelman en la construcción de la Universidad Indígena
Emilio Hurtado Guzmán[1]
El profesor Hugo
Zemelman nació en la ciudad de Concepción, República de Chile, en 1931. Estudió
sociología y fue catedrático de la misma carrera en la Universidad de Chile.
Tuvo que abandonar su país debido al golpe militar del 73. Llegó a México donde
estableció su residencia y fue docente de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) y Director del Colegio de México. Actualmente es Director del
Instituto para el Pensamiento y la Cultura de América Latina (IPECAL). Es un
renombrado pensador de nuestro tiempo cuya obra gira en torno a la presencia
del sujeto en las personas y cómo potenciarlo en la transformación de la
sociedad capitalista.
Su relación con
Bolivia data de su juventud, cuando aún era un estudiante universitario y
observó con entusiasmo desde su país los acontecimientos del proceso de cambios
que se dieron a partir de la Revolución Nacional del 52. Como para muchos
jóvenes intelectuales latinoamericanos, para él esa fue una referencia de esfuerzos
de construcción política-social valiosa en esos tiempos.
Muchos años después,
en una disertación en octubre de 2011 en Cochabamba, como docente del diplomado
“Pedagogía para la descolonización de la educación” de la Universidad Indígena
de Bolivia (UNIBOL), se refirió a esa etapa de la historia boliviana comparándola
con los acontecimientos políticos de los últimos 10 años: “Esos años fueron muy
significativos para muchas personas y muchos movimientos del continente, y
vuelve ahora, a inicios del siglo XXI, Bolivia de nuevo a conformarse en una
experiencia referencia. Creo que los procesos de nacionalización del 52 acá y
los que se inician ahora, también marcan la nueva manera de esfuerzo no sólo
intelectual sino político concreto de avanzar en esa dirección, de mostrar las
posibilidades de que en América Latina se pueden construir sociedades diferentes,
sociedades incluyentes, más respetuosas de su propia historia, de la
multiplicidad de culturas que persisten históricamente.”.
Fue aquella
oportunidad también su acercamiento más cercano con Bolivia. Ese curso de
diplomado tuvo como fin sentar las bases para la construcción de una nueva
pedagogía desde las culturas indígenas y la comprensión epistemológica para la
producción del conocimiento indígena desde una universidad, y Zemelman se vio
involucrado como uno de los actores principales que aportaron con sus
reflexiones en uno de los proceso de construcción educativa boliviana de
importancia, como es el de la Universidad Indígena.
Su valoración de
los esfuerzos de construcción de nuevas sociedades más incluyentes desde abajo,
desde los sectores populares y los pueblos indígenas, lo ha llevado a pensar la
constitución del sujeto y su potencialidad para transformar sus circunstancias
adversas. Hoy, en una época en la cual muchos han sido absorbidos por el ritmo
de vida moderno y reducido sus vidas prácticamente a sus roles, a funciones que
cumplen para poder subsistir, Zemelman señala la urgencia primera de
recuperarse como personas. ¿Cómo comenzamos a pensar más allá de nuestros
roles? Puesto que, por ejemplo, un médico o un agrónomo además de manejar la
técnica y la tecnología como profesional, es también padre, hermano, amigo, vecino,
ciudadano, etc. Por lo tanto, no podemos ajustarnos sólo a los roles
socio-económicos, a los cuales se nos impone ajustarnos pasivamente sin pensar
y actuar para transformar nuestra realidad.
De acuerdo a
este punto de partida, Zemelman plantea como reto ponerse a la altura de las
circunstancias. Si hoy las circunstancias tienen que ver con un tránsito hacia
el reconocimiento de la plurinacionalidad, un profesional, cualquiera sea este,
no puede quedar indiferente porque forma parte de esas circunstancias, se enfrenta
todos los días a ellas. Y, el no quedar indiferente es pensar más allá de lo
que otros nos sugieren que pensemos, y actuar a partir de ese pensar propio.
Pensar y actuar son dos elementos fundamentales en la constitución del sujeto
erguido del cual nos habla Zemelman en sus diferentes libros.
Este punto de
partida también estuvo presente en la Universidad Indígena el 2011, cuando el
profesor se refirió al contexto histórico, al cual mencionamos muchas veces en
el discurso pero éste se queda en sí mismo; es decir, el discurso no puede
traducirse en políticas educativas, económicas, sociales, etc.
La lectura de la
realidad no se puede traducir en acciones prácticas. “Si no tengo claro el
tránsito del discurso a la elaboración de políticas lo hago como lo sé, como es
lo habitual, como es mi experiencia acumulada, como me lo dijeron mis
profesores, o como me lo dijeron los asesores externos de la FAO o de donde sea,
que no tiene porque pensar en este caso la política agraria desde las
exigencias del proyecto plurinacional, porque eso puede ser contradictoria a la
sociedad plurinacional. Esta es la primera cuestión que hay que plantearse en
el plano de la formación”. Argumentaba entonces, e incitaba a los diplomantes a
abordar éste tema de manera autónoma como docentes y profesionales; es decir,
desde las universidades indígenas se debe pensar el contexto histórico actual y
construir propuestas políticas a partir de la lectura de nuestra realidad
concreta, y no sólo sistematizar y adecuar propuestas ya trabajadas por
investigadores y cientistas a partir de experiencias ajenas a nuestra realidad.
Por otro lado, la
lectura de nuestra realidad no podemos hacerla a partir de una historia
sometida a leyes, que es lo que generalmente se hace por eso se cae en el
error, sino a través de espacios no determinados legalmente y esos son los espacios
de construcción del sujeto, como asegura Zemelman. Estos espacios de acción no
se ven en la historia nacional formal-oficial que todos conocemos, por ejemplo,
o en la historia universal, sino están en la memoria de las personas de modo
local, que se han formado a partir de las experiencias de enfrentar las
circunstancias a través del tiempo, circunstancias que han incidido en las
diferentes dimensiones de los individuos y los han constituido como sujetos
erguidos en determinados momentos.
¿Por qué la
Marcha Indígena por el Territorio y la dignidad sucedida a inicios de los 90?,
podemos hacernos esta pregunta por ejemplo. Esto sólo ha sido posible a partir
de la voluntad de miles de personas que se han visto afectadas en su
corporalidad y en su modo de ser concretos, por las circunstancias frente a las
cuales han decidido no someterse sino enfrentarlas para transformarlas.
Si hoy hablamos
de la construcción de un Estado Plurinacional que es nuestra lectura de las
aspiraciones de los bolivianos, ¿cómo, frente a esas circunstancias, desde la
Universidad Indígena o desde otro lugar, se puede proponer políticas en camino
hacia esa construcción? Primero, es necesario recuperar y recuperarnos como
personas humanas en todas nuestras dimensiones, esto significará ponernos
frente a esas circunstancias no sólo como profesionales con capacidad técnica y
tecnológica, sino como personas que tienen cultura, como padres y como hijos en
la familia, como vecinos en el barrio, como ciudadanos en el Estado, como prójimos
en la comunidad cristiana, como seres humanos en la naturaleza, etc.
De ahí, en una
entrevista junto a Estela Quintar, renombrada intelectual argentina, sobre
pedagogía, el profesor formulaba la siguiente pregunta, que todo docente debe
formularse en la formación de las personas para asumirse como sujetos: “¿Cómo
capacitarlo para que construya?”. Es decir: ¿Cómo capacitar o formar en las
escuelas, en los colegios, en las escuelas normales, en las universidades, para
que las personas se asuman como sujetos erguidos, y formen también en el futuro
a generaciones venideras de esa manera?
Formar a un niño
en la escuela no es solamente formar sus capacidades para la técnica, llenarlo
de conocimientos que serán una suerte de instrumentos útiles, y claro le
ayudarán en su vida, sino también implica formar su subjetividad. En esta
última dimensión se puede hacer de él un sujeto mínimo sin capacidad de generar
ideas propias, sin voluntad de crear y construir sus propias técnicas y
tecnologías adecuadas a su realidad, que se acople acríticamente a un sistema
económico-social y lo reproduzca; o, por lo contrario, se puede hacer del educando
un sujeto erguido que cuando tome un libro no sea para asumir teorías,
categorías o propuestas al pie de la letra o de memoria, sino que dialogue con
los autores a través de una lectura reflexiva contrastando las ideas de estos
con las suyas, que sea capaz de pensar e incidir en la transformación de su
realidad con la toma de acciones a partir de ideas propias, que frente a las
técnicas y tecnologías de la modernidad oponga sus ideas sobre técnicas y
tecnologías más adecuadas a su realidad, en este caso plurinacional.
Si pensamos en
la Universidad Indígena, donde la totalidad de los estudiantes vienen de las
comunidades indígenas, y además, este nuevo tipo de universidad ha sido una
propuesta de los pueblos indígenas para no reproducir los valores de la modernidad
que vienen agazapados a sus técnicas y tecnologías modernas, y que se traducen
en el individualismo y la discriminación, ¿cómo debe formar un docente? ¿Frente
a esas circunstancias qué hacer? Esa situación es parte del contexto histórico boliviano
actual que se visibiliza, que no puede estar reducida al discurso sino debe
traducirse en acciones.
De aquí la
importancia de la voluntad o predisposición para pensar y actuar sin temor a
fracasar, pese a nuestras limitaciones que tienen que ver con una formación a
partir de una pedagogía del “Bonsai”, como bien lo denominó Estela Quintar a la
pedagogía más común y oficial de la enseñanza en América Latina, diseñada para
producir y reproducir al sujeto mínimo incapaz de construir su propio destino.
Un esfuerzo por
comprender nuestra realidad y construir, significa también un quiebre
epistemológico, puesto que hasta ahora habíamos basado la producción de
conocimientos en la objetivización de la realidad a la cual nos dirigimos para
estudiarla. Ahora debemos comprender, por lo contrario, que formamos parte de
esa realidad y no podemos dirigirnos a ella como a un simple objeto para
analizarlo. Por eso, trascendemos los roles que nos impone el sistema
económico-social, y así podemos ver con mayor claridad los problemas de nuestro
entorno para superarlas.
Así, a partir de
las reflexiones del profesor Zemelman, se evidencian como uno de los retos para
la Universidad Indígena, constituirse en generador de propuestas políticas para
incidir en el contexto histórico, que hoy tiene que ver con el Estado
plurinacional, partiendo de una lectura directa de la realidad boliviana y el
pensar propio desde las circunstancias que los interpelan a docentes y
estudiantes todos los días dentro de las aulas y fuera de ellas.
Un segundo reto,
es el de formar para construir. ¿Cómo, con qué y de donde debe partir el
docente para formar a sus estudiantes para que estos sean sujetos erguidos? En
este caso las circunstancias tienen que ver con una población indígena que
exige que se parta de las culturas indígenas para formar, y eso requiere
primero una profunda discusión de lo que se entiende por cultura y cultura
indígena. El estudiante sólo podrá autovalorarse y asumirse como sujeto en la
práctica profesional, como en otro ámbito de su vida, si valora sus raíces
comprendiendo que los logros culturales de sus ancestros no están por debajo de
otros logros.
Y, por último,
necesariamente el docente, profesional o investigador de la Universidad
Indígena, debe hacer un esfuerzo epistemológico y construir sus propios métodos
de producción de conocimientos oponiéndolo al método científico que tanto lo ha
alejado de su realidad, especializándolo para mirarla como objeto ajeno a su propia
subjetividad.
Santa Cruz de la Sierra, 7 de junio de 2013
[1] Fue docente guía en el
Diplomado “Pedagogía para la Descolonización de la Educación” en la Universidad
Indígena de Tierras Bajas Apiaguaiki Tüpa, una de las universidades de la
UNIBOL.
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